Presupuesto UNC 2023: certezas, preocupaciones y desafíos

por Marcelo M. Mariscal
En marzo se aprobó el presupuesto de la UNC. Marcelo Mariscal, decano de nuestra Facultad, reflexiona sobre la necesidad de repensar la forma en que se asignan y distribuyen los recursos; la indispensable actualización del algoritmo histórico que se aplica en la distribución y el compromiso institucional con la transparencia y la equidad.
Los ejercicios presupuestarios en instituciones públicas deben ser entendidos como oportunidades e instrumentos de planificación y gestión, que materializan en la asignación de los recursos las perspectivas políticas de las organizaciones. En este marco entonces, y frente a una propuesta presupuestaria, es importante realizar un profundo análisis, que permita poner en valor todos los matices que hacen a la vida institucional de una organización.
La UNC se ha caracterizado siempre por su heterogeneidad y complejidad, tanto en su faz disciplinar como en su estructura organizativa, que integra un esquema de Área Central que articula con 15 unidades académicas. Esto condiciona de manera determinante la vida institucional y por ende la forma en que se realiza el ejercicio presupuestario. La práctica presupuestaria actual involucra la presentación de una propuesta por parte del Área Central que se pone a consideración del Honorable Consejo Superior (HCS) con escaso margen de maniobra por parte de las unidades académicas. Posteriormente, y sólo en algunos casos, cada facultad realiza su propio ejercicio presupuestario con los recursos asignados.
El pasado 21 de marzo el Honorable Consejo Superior (HCS) de la UNC aprobó el presupuesto para el año 2023. La cifra total es 72 mil millones de pesos e incluye los salarios docentes y nodocentes, en un porcentaje cercano al 90% en términos globales, siendo el restante 10% lo destinado a gastos de funcionamiento. Estas cifras deben considerarse preliminares, dado que están condicionadas a los acuerdos paritarios para el año en curso, que pueden traer aparejados algunos cambios significativos, que afectan el porcentaje relativo de gastos asignados a funcionamiento.
Desde la óptica del ámbito de ejecución de los recursos (Figura 1) aproximadamente el 50% del presupuesto total aprobado es gestionado y ejecutado por el Área Central, el 25% es distribuido para su ejecución en las 15 Facultades y el resto se asigna fundamentalmente al Laboratorio de Hemoderivados y a los hospitales escuela. Sin embargo, es justo considerar que una parte de los recursos gestionados por el Área Central alimenta programas que impactan de forma directa en el funcionamiento de las Facultades, como por ejemplo el Programa de Fortalecimiento Institucional (PROFOIN) y el Plan de Obras, por nombrar dos iniciativas destacadas.
Cabe mencionar que los 72 mil millones de pesos que constituyen el presupuesto de la UNC provienen de varias fuentes de financiamiento, siendo la principal la asignada por el presupuesto de ley aprobado por el Congreso de la Nación (F11). Sin embargo, no son menores los aportes provenientes de otras fuentes, ya que recursos cercanos a los 6 mil millones de pesos provienen de remanentes no ejecutados en ejercicios anteriores por el Área Central de la UNC (F16) y aproximadamente 4 mil millones de pesos provienen de la generación de recursos propios (F12), que se suman a lo generado por el Laboratorio de Hemoderivados, aproximadamente 14 mil millones de pesos (Figura 2).
Estas fuentes complementarias a las aprobadas por Nación, son las que le otorgan una importante capacidad financiera a la UNC y, en paralelo, la dotan de un gran potencial para implementar políticas y programas específicos de desarrollo institucional. Sin embargo, la decisión y los criterios de distribución de esas fuentes quedan casi exclusivamente en la órbita del Área Central.
Todo ejercicio de asignaciones presupuestarias va acompañado de tensiones distributivas que por lo general tienen componentes históricas y coyunturales, y el presupuesto de la UNC no está exento de estas tensiones. Dos aspectos centrales -quizás los rasgos más opinables del actual presupuesto- son la relación de distribución entre Área Central vs. Facultades, y luego cómo esta última componente se distribuye entre cada una de las 15 unidades académicas de la UNC. Esta última distribución se realiza actualmente en base a un “algoritmo histórico” que entendemos que se encuentra desactualizado y no remite a las necesidades reales y actuales del funcionamiento de las unidades académicas. Desde la actual gestión de la FCQ hemos planteado en el ámbito del HCS la necesidad de repensar la forma en que se asignan y distribuyen los recursos, con una premisa fundamental: dotar a la distribución presupuestaria de un indispensable esquema de transparencia. En este sentido, sería importante presentar ejercicios presupuestarios que incluyan los recursos propios y los remanentes de ejercicios anteriores de cada una de las facultades de la UNC. Así lo hacemos en la FCQ desde hace ya varios años (ver).
Hemos planteado también la necesidad de incorporar en la lógica presupuestaria, y por ende en el algoritmo distributivo, aspectos tales como: i) las particularidades asociadas al tipo de actividades que desarrolla cada unidad académica; ii) la complejidad de sus instalaciones; iii) los incrementos de la matrícula estudiantil; y iv) las variaciones en la planta docente, de investigadores/as y becarios/as, por citar sólo los puntos principales. Nuestra Facultad, por ejemplo, ha duplicado la matrícula en los últimos cinco años, ha aumentado la infraestructura en casi 10.000 m2 en la última década, se ha incrementado el personal por transformaciones de planta o por incorporación de becarios/as, investigadores/as de CONICET, entre otros puntos. Sin embargo, este incremento en la complejidad no ha sido acompañado por un incremento en términos reales del presupuesto de gastos de funcionamiento, y esta situación nos lleva hoy a promover un serio y profundo debate presupuestario en la comunidad universitaria, a la vez de reforzar nuestros reclamos ante el Área Central, para hacer frente a las necesidades inmediatas.
Entendemos que la articulación operativa del Área Central con las unidades académicas debe mantener un delicado equilibrio, que también es dinámico. Porque es en el ámbito de cada facultad donde se concretan las funciones básicas de la Universidad: docencia investigación y extensión.
Obviamente son necesarias la coordinación y promoción que ejercen las dependencias centrales de la UNC, de allí el delicado equilibrio que debe manifestarse también en el presupuesto. De lo contrario, se podría incurrir en situaciones distorsivas que, con el paso del tiempo, son difíciles de corregir.
En esta línea es que planteamos la necesidad de que la UNC genere un plan a mediano-largo plazo que permita generar sustentabilidad en los SRT, porque sólo en el año 2022 la asistencia financiera superó los 500 millones de pesos, lo que equivale a prácticamente 4 veces el presupuesto de la FCQ asignado a gastos de funcionamiento. Estos recursos podrían ser empleados, por ejemplo, para construir nuevas aulas, mejorar el equipamiento e instalaciones existentes o para cualquier otra actividad de enseñanza con el fin de acompañar el incremento sostenido de la matrícula estudiantil de nuestra Universidad.
En la última década la juventud argentina se ha volcado masivamente a las universidades públicas. Esto, en un país con tanta complejidad e incertidumbre, es motivo de esperanza y, al mismo tiempo, una responsabilidad mayúscula. La respuesta institucional pertinente es asignar los recursos que tenemos, que no son pocos, con la mayor transparencia y equidad. De eso se trata, de responsabilidad institucional y sensibilidad social.
Contenido del Boletín N°3
- Presupuesto UNC 2023: certezas, preocupaciones y desafíos
- Inédito: FCQ lanza subsidios exclusivos para quienes comienzan a investigar
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- Género: sistema Yarken en la Facu
- Bitácora Digital: nuevo número renovado y con acento en la vinculación
- Premio a la formación de Posgrado en la FCQ