Resistencia a los antibióticos: y ahora ¿quién podrá defendernos?
La resistencia a los antimicrobianos está considerada una de las 10 principales amenazas a la salud pública en el planeta. Según especialistas, para 2050 podría constituirse en la primera causa de muerte a nivel mundial, de allí que la comunidad científica internacional trabaja intensamente para encontrar soluciones.
En Córdoba, equipos de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC) vienen llevando adelante diversas líneas de investigación en colaboración con grupos de otras universidades nacionales y de entidades especializadas. A nivel global, la integración de estos estudios bajo el concepto One health (“Una sola salud”) marca el rumbo de las tendencias, en las que se destaca el trabajo colaborativo.
En tanto, mientras siguen generándose avances para mitigar la resistencia a los antibióticos, en el país una nueva ley pone en valor el rol de las farmacias para darle pelea a este nuevo desafío de la salud pública en el siglo XXI.
Cada día, el río Suquía acompaña a las y los cordobeses que circulan por la ciudad. Sus aguas forman parte del paisaje de Córdoba, pero en los últimos años ya no sólo traen átomos de oxígeno e hidrógeno sino también otros curiosos componentes como los antibióticos. Así lo demostró el trabajo posdoctoral de María Eugenia Valdés, egresada de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC), quien en 2016 encontró 12 antibióticos durante un relevamiento en cinco sitios a lo largo del recorrido que el río hace antes, durante y luego de atravesar “la Docta”.
En la investigación se midieron 43 antibióticos y cuatro metabolitos de antibióticos en muestras de agua, sedimentos y perifiton. Entre los 12 antibióticos hallados había presencia de norfloxacina, ofloxacina, ciprofloxacina, cinoxacina, cefalexina, azitromicina, claritromicina, doxiciclina, clindamicina, sulfatiazol, trimetoprima y metronidazol, pertenecientes a ocho familias químicas.
El 67 por ciento de las muestras dio resultados positivos. Fluoroquinolonas, macrólidos y trimetoprima fueron los antibióticos detectados con mayor frecuencia en los tres compartimentos. Estas denominaciones se pueden traducir en nombres de antimicrobianos más familiares, que más de una vez se escuchan en las farmacias del barrio o en los consultorios odontológicos, como cefalexina, ciprofloxacina, claritromicina, azitromicina y ofloxacina, entre otros.
“La presencia de antibióticos en el Suquía indica una incorrecta disposición final de los antimicrobianos no utilizados -descartados como basura domiciliaria, por ejemplo-, de la ausencia de tratamiento o de un tratamiento insuficiente de los efluentes cloacales previo a su descarga en el río”, asegura Valeria Amé, directora de la tesis de Valdés y referente de estudios químicos sobre el agua en Córdoba.
Pero ¿de qué manera este curioso mensaje que trae el principal río de la Ciudad influye en la salud pública? ¿Cómo se vincula con el incremento de la resistencia a los antibióticos, que desde hace algunos años despertó las alertas en la comunidad científica internacional? Para las y los especialistas, la presencia de antibióticos en cursos de agua o en ámbitos no convencionales resulta una señal del mal uso de esos medicamentos y de las posibles consecuencias que esto podría implicar para su eficacia ante infecciones.
“La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una de las 10 principales amenazas de salud pública a nivel mundial y para 2050 podría constituirse en la primera causa de muerte en el mundo, si no se generan respuestas globales. Si bien la resistencia a los antibióticos (medicamentos antimicrobianos) puede producirse por cambios genéticos en los microorganismos, ésta se amplifica ante el uso inadecuado y abuso de esos medicamentos. Los microorganismos comienzan a no responder a ellos y las infecciones se vuelven más difíciles de tratar: aumenta la severidad de los cuadros, hay mayor requerimiento de cuidados y se eleva el riesgo de muerte”, explica Virginia Aiassa, docente e investigadora del Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la Facultad y del instituto UNITEFA de CONICET.
FCQ en acción
Cuando la comunidad científica habla de microorganismos, no sólo se refiere a bacterias, sino también a parásitos, virus y hongos, por lo que los abordajes de esta problemática implican una activa intervención de profesionales de bioquímica, farmacia y ciencias químicas.
Más allá de los estudios sobre la presencia de antimicrobianos en el Suquía a cargo de especialistas en química ambiental de la FCQ (UNC), en esta unidad académica se vienen llevando adelante estudios desde distintas perspectivas que, una vez más, ponen en valor el rol de la Universidad pública y gratuita para resolver problemas de salud pública.
En el Departamento de Ciencias Farmacéuticas existen líneas de investigación que abordan el fenómeno con diferentes enfoques como el diseño de plataformas tecnológicas, sistemas supramoleculares, nanopartículas, agentes fotosensibilizantes, química medicinal mediante modelado computacional y la búsqueda de principios activos de origen vegetal, entre otros.
“Todos estos proyectos presentan diferentes grados de avances y apuntan a distintos microorganismos con resistencia a los antimicrobianos –asegura Virginia Aiassa- Algunos resultados ya se encuentran publicados en revistas científicas, pero los tiempos que transcurren desde el descubrimiento de una molécula o sistema que funcione frente a un microorganismo a la llegada de un medicamento al paciente son muy largos, e implican un gran aporte económico por parte de empresas farmacéuticas interesadas en ese tipo de productos”.
A su vez, existen otros estudios liderados por integrantes del Departamento de Bioquímica Clínica como las líneas que investigan la transmisión de cepas epidémicas de Staphylococcus aureus resistentes a antibióticos causantes de infecciones hospitalarias y comunitarias; las bacterias resistentes a antibióticos como enterobacterias que producen infecciones en hospitales de Córdoba y trabajos enfocados en la evolución de la resistencia antimicrobiana en cepas de Pseudomonas aeruginosa, la cuales colonizan las vías respiratorias de pacientes con fibrosis quística, por mencionar solo algunos casos.
Estos estudios y otros emprendidos desde equipos de la Facultad resultan fundamentales para disponer de información científica destinada a crear estrategias para el control de la diseminación de microorganismos y para su tratamiento empírico. De allí que las y los científicos vienen trabajando en red junto a otras instituciones nacionales, como el Servicio Antimicrobianos del Instituto Malbrán, un referente internacional que desde hace más de tres décadas aborda esta problemática con un enfoque multidimensional.
Dentro de las áreas estratégicas del servicio, una de ellas involucra el diagnóstico referencial. “El Malbrán recibe cotidianamente muestras de bacterias resistentes de laboratorios de microbiología de toda la Argentina y de otros países de América Latina y el Caribe. Esas muestras son identificadas y analizadas por un equipo especializado y, cuando resulta necesario, ofrece opciones de tratamiento a los centros de salud. A su vez, el Servicio Antimicrobianos coordina la Red Nacional de Vigilancia de Resistencia a los Antimicrobianos, que reúne la información de infecciones comunitarias y hospitalarias de 94 laboratorios del país”, describe Aiassa.
Debido a esto, el trabajo en red entre los equipos de investigación de la Universidad y de los servicios de salud pública de todo el país constituye un aporte imprescindible para el sistema científico argentino y de la región porque no solo permite conocer la acción de microorganismos sino que también aporta datos para contener la resistencia antimicrobiana y tomar decisiones adecuadas para ser implementadas en el ámbito hospitalario y en toda la comunidad.
“One health”, ¿la solución posible?
La resistencia a los antimicrobianos preocupa cada vez más en todo el mundo. Y lo curioso de este fenómeno es que no solo afecta a la salud humana sino que también involucra a otros ámbitos como la producción animal, la actividad agrícola y el medio ambiente. La comunidad científica internacional es consciente de esa particularidad, por lo que según Virginia Aiassa “su contención es un desafío que debe ser abordado con una mirada que integre a todos esos sectores”.
Desde hace un tiempo uno de los conceptos que viene cobrando fuerza en la comunidad internacional que estudia la resistencia a los antibióticos es el de One health, lo que podría traducirse como “Una sola salud” debido a su perspectiva holística que integra a diferentes actores sociales y ámbitos que intervienen en la salud, desde los seres humanos y los animales hasta el medio ambiente.
Para Claudia Sola –docente e investigadora de la FCQ que dirige la Especialización en Bioquímica Clínica, área Bacteriología- hablar de este concepto científico implica tener en cuenta que “la salud humana depende de la salud de animales, del ambiente y de las plantas, por lo tanto la resistencia a los antimicrobianos se puede abordar analizando la transmisión de patógenos multirresistentes y el uso de antibióticos en el ambiente, en los animales, en las plantas, en los alimentos (como agentes de transmisión), más allá de los seres humanos”.
Según la científica cordobesa potenciar este tipo de conocimiento integrado es una herramienta para definir bases teóricas y crear estrategias en todas estas áreas teniendo como objetivo principal el control de la transmisión de estos patógenos en los diferentes ámbitos.
En Córdoba, esto ya viene implementándose. El equipo liderado por Sola, por ejemplo, está trabajando en la existencia y transmisión de S. aureus resistentes a antibióticos desde distintos campos, como el ganado bovino, los alimentos y las aguas de los ríos. Para eso, el grupo de la FCQ lleva adelante trabajos colaborativos con investigadoras e investigadores de la Universidad Nacional de Villa María, profesionales del Laboratorio de Control Microbiológico del CEPROCOR y con otros equipos de la Facultad como el que estudia las aguas del río Suquía.
Una vez más, el trabajo colaborativo marca la diferencia cuando la transferencia tecnológica y la innovación de por sí no alcanzan y se hace imperioso priorizar el vínculo entre la salud humana, la sanidad animal y el ambiente desde una perspectiva multidisciplinaria y multisectorial frente a las amenazas de una problemática que no da tregua y exige respuestas globales urgentes.
Las farmacias, aliadas ante el nuevo desafío
Mientras la comunidad científica sigue pensando y diseñando estrategias globales para frenar este fenómeno sanitario del nuevo siglo, en la actualidad ya existen herramientas legales y medidas multisectoriales para contrarrestar el problema. En Argentina, la Ley 27.680 de “Prevención y control de la resistencia antimicrobiana” que el Senado de la Nación sancionó en agosto de 2022 es una de ellas.
En ese marco, las farmacias comunitarias cumplen un rol muy importante. Estas instituciones de salud constituyen un excelente dispositivo para implementar -y en algunos casos acompañar- la regulación de esta situación desde el expendio, la publicidad y la promoción de antibióticos.
Amparadas en la nueva legislación, las farmacias argentinas cuentan con parámetros para impedir que la población siga llevando adelante prácticas inadecuadas o abusivas, que terminan poniendo en riesgo la efectividad de los antimicrobianos. Una de las medidas más concretas es el expendio de antibióticos solamente “bajo receta archivada”.
Otros mecanismos contemplados por la Ley 27.680 involucran a laboratorios y profesionales de la medicina. En el primer caso, están prohibidos los anuncios al público de antimicrobianos sistémicos y, además, los envases de este tipo de medicamentos deben contar con un etiquetado frontal especial, que resalte de manera visible el riesgo de aumento de la resistencia a los antibióticos.
En el caso de las y los médicos, las muestras gratis de medicamentos con antimicrobianos sistémicos solo pueden ser entregadas bajo receta con su consentimiento profesional. A su vez, el o la médica debe autorizar la entrega en cantidad suficiente para el tratamiento completo y en un solo envase.
¿Estas medidas alcanzan? Para Virginia Aiassa, si bien es difícil que todos estos condicionantes logren eliminar de manera definitiva a esta nueva problemática del siglo XXI, al menos, “de cumplirse esos ítems en las farmacias, se disminuiría el mal uso y abuso de estos agentes tan preciados para la salud”.
Debido a eso, el compromiso de la comunidad científica y profesional de las y los egresados en ciencias químicas de la Universidad pública resulta una apuesta muy valiosa para enfrentar este nuevo fenómeno global desde los microscopios, los laboratorios pero también desde el mostrador de la farmacia del barrio.
Para agendar
En junio, la comunidad científica cordobesa abordará la resistencia a los antibióticos y el descarte de medicamentos vencidos o en desuso a través de una jornada organizada por el Centro de Información de Medicamentos (CIME) de la Facultad de Ciencias Químicas (UNC). El evento tendrá lugar el 7 de junio, de 10 a 18, en el Auditorio del Edificio Integrador y en el hall de ingreso del Edificio Ciencias I de la FCQ. Para mayor información, clic aquí
Contenido del Boletín N°5
- Resistencia a los antibióticos: y ahora ¿quién podrá defendernos?
- Encuentro de Vinculación entre la FCQ y el INTA: articulación para la aplicación productiva
- Mes de los Museos: Química y entretenimiento desde la Universidad pública
- Aprender a cuidarnos hace bien: trabajando junto a la comunidad de Deán Funes
- Nueva Plenaria del FODEQUI en la Universidad de San Luis
- Primera Plenaria 2023 del ente que nuclea las carreras de Farmacia y Bioquímica
- Se viene Química x Química